El significado del término
“educación inclusiva” o “inclusión educativa” continúa siendo confuso. En
algunos países, se piensa en la inclusión como una modalidad de tratamiento de niños
con discapacidad dentro de un marco general de educación. A escala
internacional, sin embargo, el término es visto de manera más amplia como una
reforma que acoge y apoya la diversidad entre todos los alumnos (UNESCO, 2005).
Definir el término
“inclusión”
La confusión
que existe dentro
de este campo
surge a escala
internacional, al menos
en parte, porque la idea de una
educación inclusiva puede ser definida de muchas maneras (Ainscow, Farrell & Tweddle,
2000; Dyson, 2001;
Echeita, 2006. 2008, Escudero y Martínez,
2011). Por tanto,
no sorprende que en
muchos países el
progreso sea decepcionante ni
la existencia, al
respecto, de opciones y políticas
educativas contradictorias. Por ejemplo, en el análisis de los planes
educativos nacionales para Asia
llevado a cabo
por Ahuja (2005),
se comenta que
la idea de
una educación inclusiva no había
sido mencionada. De hecho, a menudo, las
escuelas especiales y los internados se
presentaban como parte de una estrategia para satisfacer las necesidades de una
amplia variedad de estudiantes en
desventaja, y la
educación informal era
percibida como la
solución a las necesidades educativas de los grupos
marginalizados. Esta es una tendencia preocupante, sobre todo dados los efectos
negativos de la institucionalización en
grupos de niños vulnerables en contextos de pocos recursos (Naciones
Unidas, 2005). Por su parte en España al tiempo que se apoya al más alto nivel
las declaraciones y
principios propios de
la educación inclusiva,
se están aplicando normas y procedimientos de
escolarización del alumnado con n.e.e, que facilitan la segregación de algunos
en centros de educación especial, contraviniendo las opciones inclusivas
defendidas por sus padres (Echeita, 2010).
Desarrollo de un marco
de referencia
La
perspectiva y la
definición amplia que
hemos comentado hasta
aquí sobre lo
que supones avanzar hacia
planteamientos más inclusivos
en la educación
es más probable
que tenga éxito
en contextos donde exista una cultura de colaboración que estimule y apoye
la resolución de problemas vinculados
a la detección
y superación de
las barreras existentes
(Carrington, 1999; Kugelmass, 2001; Skrtic, 1991: Huguet, 2006;
Macarrulla y Saiz, 2009). Ahora bien, ¿Qué otras acciones han, de llevarse a cabo para
que los sistemas de educación
estimulen prácticas que 'alcancen'
de forma efectiva a todos los niños y
jóvenes, independientemente de sus circunstancias y sus características
personales?
Con
el propósito de ofrecer cierta dirección en términos de cómo podría abordarse
este programa, hemos desarrollado un marco de referencia basado en lo que la
investigación internacional propone como las características de los sistemas
educativosque en la actualidad se encaminan con éxito en una dirección
incluyente (Ainscow, 2005
a,b; Ainscow et
al, 2006; Dyson,
Howes & Roberts, 2002). Los
contenidos de este
marco de referencia
deben ser vistos
como ideales, esto es, como aspiraciones que pueden ser
contrapuestas a las situaciones
existentes a fin de detectar las áreas a desarrollar.
El marco
de referencia consiste
en cuatro esferas
superpuestas, que interaccionan
dinámicamente entre si, y que condicionan
el valor de su intersección, la inclusión educativa, en relación con las principales variables del
proceso (presencia, aprendizaje y participación):
Me gustaría recomendar el artículo de José Luis Barrio de la Puente recuperado en: https://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/viewFile/RCED0909120013A/15360
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